Cuando recuerdo que Tom cumpliria 90 años, dejandonos hace increibles 22 años, me pregunto sobre que opinión tendria de las cosas si aún estuviese entre nosotros. Tom era un observador atento y gustaba opinar, por lo menos los temas de su mayor interés, Brasil, Rio de Janeiro, Jardim Botânico, la Mata Atlântica, las aguas, los amigos, la lengua portuguesa. Política? Al único político de quien escuché referirse Tom fue la intendente de São Paulo, Erundina, pero para decir “Dizem que fiquei parecido com ela, não?”.
El decia que su lucha por la ecología, que tantas molestias le ocasionó —en los años 70 muchos periodistas decian, “Tom Jobim está monótono, solo quiere saber de ecología—”. El Brasil continuó matando animales, bosques y rios, solo que ahora hay una protesta generalizada sobre esto. Pero como el reaccionaria al saber que su propio lugar , en São José do Vale do Rio Preto, escenario de “Águas de Março”, fue arrastrado por la creciente ?
Sus antiguos puntos en Leblon cambiaron de, dueño o de aspecto, la farmácia Piauí, Plataforma, la Cobal. El barrio fue ocupado por los turistas y el no tendría mas sosiego para tomar uma média con pan , de pie, en el balcón, en la panaderia Rio-Lisboa ( y mucho menos estacionar su automovil en frente ), como hizo una vez conmigo.
En estos 22 años, Tom sufriría la perdida de personas que amaba, como su hermana Helena, los pescadores Tico Soledade y Kabinha, el cronista Fernando Sabino, el ator Hugo Carvana. No se si sobreviviria a la muerte de su hijo João Francisco, a los 19 años, en 1998, en un accidente automovilistico.
Y no creo también que continuase componiendo. “Para quê?”, el decia. “La música sirve para soñar, para enamorarse, para amar, pero también para marchar, para torturar, para matar. Parece que ahora solo quieren saber de esta” Ruy Castro